¿Soy o no soy patriota? ¿Quiero creer que soy ciudadana del mundo, hippy, apátrida gilipollas; o en realidad soy más española que una tortilla de patatas? ¿Acaso nos volvemos patriotas cuando nos alejamos de nuestro país? ¿Acaso me he convertido en una de esas personas que van promocionando la Marca España y te venden la morcilla de Burgos como un tesoro gastronómico y cultural incomparable? ¿Acaso cuando vuelva a España me voy a dedicar a quitar lazos amarillos y a decir "viva el rey"? Aunque ¿acaso es malo ser patriota? ¿Qué pasa en España para que nos dé vergüenza proclamar sus pequeñas virtudes? ¿Por qué en otras partes del mundo mola tener una identidad? Pero, espera, ¿soy yo o son los españoles en general? ¿Acaso no es reduccionista hablar de mí como ejemplo de toda una nación? Quizá sea yo y solo yo la aparente apátrida gilipollas y los demás sepan muy bien de dónde vienen y a dónde van. Quizás no me sienta ciudadana de un país concreto porque el país no me parece como para tirar cohetes. O quizá he estado intentando hacerme la diferente dentro de la masa informe de españolitos ilustres mientras estaba en tierra patria y ahora estoy aprovechando mi destierro para jactarme de que soy española y mucho española y que viva España y olé.
Todo esto pasaba por mi cabeza mientras a día 18 de septiembre, en plena celebración de las fiestas patrias de un país que no es el mío; veía taxis, calles, personas, semáforos, malls (supermercados), fondas (ferias), caballos, suelos, carreteras, escenarios, mofletes, ojos, torsos, televisiones, hospitales, cárceles, restaurantes, pubs, ventanas, balcones, gatos, perros, abuelas,... decorados con la bandera chilena. Una bien grande y colorida para que se viera bien que estaba en Chile. En Chile. Y que no haya equivocación. En Chile. Y yo, una persona apátrida, triste insensata ciudadana del mundo, hippy perroflauta flaite; estaba feliz. Muy feliz. Enamorada de la gente riendo con sus banderas, bailando cuecas (baile tradicional chileno), bebiendo terremotos (bebida típica) y gritando "viva Chile" bien alto, sin vergüenza. Era feliz. Y nada me chirriaba. Es el 18. Están orgullosos de su patria. Viva Chile.
Sin embargo, empecé a pensar. Yo, que rechazo cualquiera atisbo de orgullo español salvo cuando es justificable, ¿qué mierdas hacía riendo y bailando y diciendo "viva Chile"? En serio, ¿qué mierdas?
¿Por qué no esperaba una justificación razonable de aquellas gentes que gritaban "viva Chile"? En serio, ¿por qué me estaba ablandando con aquellos chilenos arrogantes de patria? ¿Qué me estaba pasando? Y peor aún, ¿por qué de vez en cuando decía "pues en España hacemos esto así, pues hay bailes típicos también allí, pues la sangría nos sale mejor, pues eso no son patatas bravas de verdad, pues mi ciudad es preciosa, pues espera a ver las playas españolas"? En serio, ¿qué tipo de señora bien se había apoderado de mí? Parecía Albert Rivera en su versión más sensacionalista. Mucho española. Por favor...
Después de la sobredosis de chilenidad y el contrapunto español, empecé a razonar. Pensando de todo un poco, realmente, ¿qué es ser patriota? Me gustaría decir que ser patriota es ser de tu familia, de tus amigos, de tu hogar, de tu niñez y de tus aficiones. Me gustaría ponerme a hablar como Federico Luppi en "Martín (Hache)" y decir aquello de que "la patria es un invento". Y claro, pronunciar aquel discurso de: "Eso de extrañar… la nostalgia y todo eso es un verso. No se extraña un país, se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental; la patria es un invento. ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Son estadísticas, números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente, tu país son tus amigos, y eso sí se extraña."
Pero ni pienso ni escribo tan bien.
Según la RAE, patriota es: "persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien.", y patria: "tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos."
Vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Eso debe de ser. Pero también todo eso que decía Luppi. También son tus amigos, tu familia, la calle de enfrente de la casa en que naciste, el primer colegio, tu primer piso de estudiantes, tus borracheras, los cromos que cambiabas los domingos, tu cama, el color de la pared de tu cuarto. Patria, geográficamente localizada en cualquier punto del planeta. O en varios. Como se guste.
Pero esa es la patria poética, la ideal, la inimaginable en un ámbito legal. Poniendo los pies en la tierra, la verdad, es que mi patria es España, de momento. Ah, lo que ha dicho. Sí. Eso. Bueno.
¿Pero es malo ser patriota? Se da la curiosa y fatal casualidad, de que en España se mezclan en un continuo catastrófico, los restos del fascismo, el hambre y las guerras, con la bandera, el himno y el patriotismo. Una pena a la que se une el hecho de la crítica situación de precariedad laboral, corrupción e inestabilidad política. Y es una pena. Porque tenemos una Alhambra, una Catedral de Santiago, torrijas, tortilla, paella, Mediterráneo, Almodóvar, Barcelona, Cervantes. Y un etc. demasiado extenso.
Realmente, ser patriota, siendo justos, no es malo. Já. Yo, la repudiadora de españolitos con la bandera en la muñeca y el toro en el pecho, proclamo que no es malo ser patriota. De hecho, me parece necesario serlo, para reconocer que no es necesario aferrarse a la idea de un país ideal. Y de esta manera, como yo soy española a partir de ya, puedo decir "España de mierda" y que no me tiemble mi españolidad en ningún momento. España de mierda cuando no se puede decir "me cago en D...", cuando las banderas valen más que las vidas, cuando los contratos son tan temporales como mi paciencia. Y qué bien poder reconocer que no somos los mejores, que hay que progresar en mil quinientas cosas. Porque si yo dijera que me enorgullece ser española pero no reconociera todo esto, sería una mala patriota. Amo mi país, y "yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre de mundo y hermano de todos. Desde luego, no creo en la frontera política." Esta frase de Federico García Lorca, una de las razones por las que me enorgullezco de mi país, resume todo lo que he dicho hasta ahora, y lo que pudiera decir más adelante. No tengo nada más que aportar.
Por ello, cosas que he aprendido como una extranjera fuera de mi país: que los humanos somos más parecidos de lo que creemos, que yo no voy a cobijarme debajo de una bandera jamás pero que no está mal lucirla si se tienen los pies en la tierra, que me gusta ser española para criticar y alabar a mi país a partes iguales, que fuera de España todos somos mucho y muy españoles aunque queramos que no, que la tortilla de patatas no sale tan bien si no te la hacen tus padres, que la sanidad y educación públicas son dos de los tesoros más incalculables que tenemos y que bajo ningún concepto podemos perderlos, que no echo de menos una línea imaginaria pero sí una sonrisa, un salón y un ukelele, que hay que respetar al que dice "viva España" si respetas al que dice "viva Chile", y que yo soy patriota de poca gente, de ciertos lugares, y de muchos recuerdos.
Viva.
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