19 de enero de 2014

Cosas que hacen que la vida merezca la pena

Más bien, se podría decir: "pequeñas cosas inútiles que hacen que la vida merezca la pena, y que por eso mismo, se convierten repentinamente en útiles e indispensables". Pero bueno, es un título demasiado largo para una entrada tan insignificante e inútil como esta, que probablemente hubiera echado para atrás a la mayoría de los lectores que os preguntabais que "cosas" son las que realmente merecen la pena, y como una persona como yo, en los tiempos que corren, se atreve a publicar una lista de cosas inservibles y sin un significado más allá del emocional. Pues sí, tengo mi lista. 

Pequeñas cosas inútiles que hacen que la vida merezca la pena, y que por eso mismo, se convierten repentinamente en útiles e indispensables:

1. Una frase de una canción folk de los 60.
2. Un verso de un poema de Bécquer, Whitman, Rimbaud, Baudelaire, Kerouac, Lorca, Neruda o Cortázar.
3. Diez compases de cualquier obra de Bach, Mozart, Beethoven o Tchaikovsky.
4. El sonido de un amigo riendo a carcajadas.
5. Una sorbo de una taza de café (con leche).
6. Una escena acompañada de jazz en una película de Woody.
7. Una gota de sangre en cualquier escena de Tarantino.
8. Una calle de Montmartre.
9. El ritmo de una canción de la Movida.
10. La di da, la di da, la la.

Podría parecer banal. Y lo es. Desde luego que tengo una lista de cosas mucho más trascendentales, pero no me interesan. Estas son las cosas, que, ahora mismo, me ayudan a vivir y a creer, que más allá de las mentiras, el rencor, la codicia, la injusticia, el temor, las desgracias, los desengaños, la depresión, las difamaciones o la inseguridad, existen ciertas cosas improductivas, insignificantes y pueriles que le dan sentido a la vida.

Y no, no me digáis que no tenéis una lista.