El otro día estaba en el sofá
viendo la tele, y cambiando de canal me encontré con un programa de entrevistas
en el que tenían de invitado a un actor que me gusta bastante. Y como haría
cualquier persona normal, salté y grité: “¡Me encanta este actor!”.
En el otro sofá estaba mi
compañera de piso, y, sobresaltada, se giró, me miró, y me dijo riendo: “¿Y quién
no te gusta a ti?”
Touché.
Esta mierda de prólogo solo era
para argumentar mediante el ejemplo de lo que va este texto.
No es la primera vez que me
tachan de entusiasta. Es una palabra bastante ambigua, entusiasta. ¿Entusiasta
porque me gusta todo y no discrimino? ¿Porque expreso excesivamente mis gustos
y los grito a los cuatro vientos para que todo el mundo lo sepa? ¿Quiere decir
que padezco de falta de gusto? ¿O peor
aún, que finjo un sentimiento excesivo para llamar la atención?
Estas son las cosas que se me
pasaban por la cabeza, cuando mi amiga me respondió: “Devuélveme el mando,
anda.” Crash. Paff. Já. Y ya no podía parar. Porque además de entusiasta, soy
una obsesiva. Y me puse a darle vueltas y vueltas a esas palabras triviales,
como hace la gente que tiene mucho tiempo libre o poco sentido común. Resulta
que decían por ahí que yo era una entusiasta. Y no sabía cómo tomármelo.
Como en la RAE pone que
entusiasta es uno que se entusiasma (oh, gracias, académicos), tampoco me
aclaró mucho las cosas. Por otro lado, en sinónimos ponía: fanático, apasionado, fogoso. Lo de fanático me sonaba a secta, lo
demás, a porno. Así que llegué a la conclusión de que, a la mierda, sea bueno o
malo, yo soy así y así seguiré. Nunca cambiaré. Ieieie…
Muchas veces he tenido la sensación
de que algo me llena más allá de lo terrenal. Me explico, a veces, cuando algo
nos apasiona, no podemos expresar con palabras lo que nos hace sentir. Y no se
puede formular, porque, o no tenemos la suficiente riqueza de vocabulario
(usualmente), o es algo que se sale fuera de lo meramente sensorial. Dicho así,
parece que intento filosofar, hablando de metafísica o alguna mierda de esas.
Solo intento poner en palabras lo que yo siento cuando algo me entusiasma.
Algo, alguien, ello, eso, tú, ella, libro, artista, cielo, patatas fritas.
Cualquier cosa puede entusiasmarme. O no, mejor dicho, si algo me enamora, me
trasporta, me volatiliza, me hace romperme, desdibujarme y volverme a
reconstruir mucho más completa, en fin, me entusiasma, por qué no hacer una
redundancia necesaria; si algo me hace sentir así, no puedo callarlo. Tengo que
gritarlo, tengo que decir: ah, DIOS, sí, buff. Como un orgasmo, vamos (si
lo releéis queda gracioso). Pero mejor, porque esta sensación dura
mucho más tiempo.
Y esto era, y es, más o menos lo
que yo siento cada vez que escucho a alguien hablar muy bien, leo un libro muy
bueno, como queso frito, hablo con alguien que quiero de algo que me interesa,
salgo a dar una vuelta con los cascos puestos, veo un capítulo de una serie que
me ha enganchado, voy a un concierto de un grupo que me encanta, veo una
película que me hace transportarme, salgo de fiesta con mis mejores amigos, veo
el vestido más bonito de una tienda, o, por qué no decir lo que todos estamos
pensando, siendo humanamente superficiales, veo a una persona muy guapa.
Y no logro entender
como alguien no puede llegar a sentir algo así por algo, por alguien; no
puede entusiasmarse por algo que le gusta mucho. Porque hay personas, las he
visto, que no sienten así, a las que las cosas les pasan superficialmente por la
piel, que consideran que nada es lo suficiente digno para su entusiasmo, que
viven así, sin emociones sinceras. Esas personas, lo siento, es como si
respiraran la mitad del oxígeno del que podrían. Y no digo que mi sentimiento sea
mejor que el suyo, pero mola más.
Esa sensación de plenitud y a la
vez de desasosiego, de no saber por dónde te da el aire, tan imprecisa, difícil
y placentera, es lo que mueve mi mundo. Es el placer de la emoción, de sentir
más profundo, más intenso, más de verdad. Y por qué no, de expresarlo, de
sacarlo hacia fuera, de contárselo a todos para que puedan sentir como yo lo
siento. O simplemente, para vaciarme de nuevo y poder reposar, en busca de una
pasión nueva. Y al revés, puedo decir, que escuchar a alguien hablar de algo
que le apasiona es una experiencia que todo el mundo debería vivir mil veces en su vida.
No quiero resultar pesada, ni
aparentar complejo de superioridad; pero entusiasmaos, por alguien, por algo, por todo. Entusiasmaos, joder.
Así que sí. Cómo me gusta ese
actor.