26 de mayo de 2015

Descanso de estudiar

Menos mal que aún se aprecia el valor de las pequeñas cosas.

Puede que ahora mismo estemos recluidos en una isla, lejos de todo y de todos, y que hayamos arrasado con todas las barcas que nos podrían salvar de esta continua desidia.
Pero bien, yo he venido aquí a hablar de mi libro. Os resumo. Ya sé que estáis ahí, sentados, con el facebook en una mano, y los apuntes en la otra, y bueno, el “qué coño está diciendo ésta” en la cabeza, “estoy perdiendo el tiempo leyendo esta basura y ya he desaprovechado 5 segundos de estudio”.  Pero bueno, no es culpa vuestra. Reconozco que yo, y cada vez más, siento tal necesidad de poseer cosas, gente y tiempo, que me reiría si viniera a mí un genio y me regalara la mismísima felicidad eterna. Cuando meto la cabeza en un libro sabiendo que tengo un reloj que pone al tiempo contra mí, cada segundo que pierdo mirando por la ventana, me reconcome la conciencia. Si habéis leído hasta aquí, os felicito, puede que ya no aprobéis vuestro siguiente examen.

Pero una cosa, oye. Al lío que hay prisa. Si cada segundo de mi vida estuviera pensando en que he desaprovechado ese segundo, la vida sería una mierda. Pensando, rápidamente, las mejores cosas de la vida no necesitan ser medidas ni preparadas. Las mejores cosas, las que cuando te están pasando sientes que nada podría perturbarte en ese instante, y que cuando pasan, necesitas refugiarte en ellas si estás agobiado; esas cosas, son las que hacen que la vida sea menos estresante, irritante y desesperanzadora.

Sin embargo, ahora, el amor por las cosas tan tangibles que nos queman supera cualquier atisbo de aprecio por las pequeñas cosas. 
Por eso, solo he venido aquí para que separéis un minutito (60 segundos) la cabeza de los libros, el subrayador de los apuntes y el red-bull de vuestras bocas; y deciros, que algún día, cuando estéis asentados en vuestra acomodada vida de adultos de clase media, recordéis el rayito de sol que os despierta por las mañanas,  el olor a suavizante de vuestra camisa favorita, las cañas que os tomasteis con vuestros amigos del insti, de la universidad, del trabajo, la risa de vuestra madre, ponerse al sol en primavera, vuestro 'gogo' preferido de infantil, el acogedor tacto de vuestra cama al volver de fiesta, el zumo de naranja del desayuno, la mirada antes de un beso, la forma de correr tan graciosa de vuestro mejor amigo, la letra de vuestra canción favorita, la brisa en un día de calor inaguantable, el olor a palomitas calientes, el sonido del timbre del instituto, la primera palabra pronunciada por vuestro hermano pequeño, primo o hijo, el sonido del corazón contra el pecho en vuestro primer enamoramiento, las lágrimas de vuestra primera crisis emocional, el día que os quitasteis la bata de infantil para empezar primaria, la fotografía borrosa de vuestro antiguo grupo de amigos, o la melodía de vuestra serie de televisión favorita.
Y bueno, si consigo que recordéis esto para ese momento, entonces, sí , podré decir que: 'menos mal que aún se aprecia el valor de las pequeñas cosas'.

Bueno, y eso, ya. Seguid estudiando y dejad de leer estas basuras, joder.