3 de noviembre de 2020

A tu (mi) vida

¿Soy yo o una imposición del mundo? ¿Soy la creación de un guionista arcaico y conservador? ¿Dirijo yo mi vida o ella me dirige a mi? Y lo más importante, ¿elijo yo mis pensamientos o la sociedad los elige por mí? En esto me hallo, en el día milésimo, a la hora interminable, de un año medio maldito. Camino por la calle directa a hacer unas fotocopias y paso por una peluquería en la que cada dos años me corto el pelo 30 cm para hacerme creer que cambiar mi pelo va a cambiar mi vida. Sin embargo, un pensamiento furtivo se me cruza por la mente. Momentáneo. ¿Y si ahora me rapara el pelo? Pienso que eso sería un cambio, al menos, notorio. Pero me doy cuenta de que en estos momentos no hay nada que podamos hacer sin cita previa. Me doy cuenta de que no es momento para locuras. No te puedes rapar la cabeza a gusto. Ni besar a alguien en el portal por primera vez sin pensar en anticuerpos. Me da un escalofrío. Y sigo caminando. No es que hoy me apetezcan las locuras, pero me encantaría saber que puedo hacerlas si ese es mi deseo. Y enlazando pensamientos y conversaciones en la distancia con personas estupendas que se estrujan el cerebro en cosas banales como yo, vuelvo a casa pensando en algo que no tiene nada que ver con la salud de los españoles. Menos mal. 

Pienso en que a veces no me encuentro a gusto con mi vida. Lo paradójico es que no me encuentro a gusto con mi futuro, concretamente. Como si uno pudiese decidir sentirse satisfecho de algo que aún no ha ocurrido. Me doy cuenta, así, pensando en cortes de pelo y colas a un metro de distancia, de que me agobian cosas que no han pasado. Y, atención a esto, lo más fuerte: que quizás jamás pasen. Es una maravilla nuestro cerebro. A mí, desde luego, me fascina cada día. Esa capacidad que tiene de joderte un día maravilloso lleno de colores otoñales, olor a café recién hecho y un nuevo disco de indie pop, solamente haciéndote pensar (y repensar) en momentos de tu vida que puede que nunca se produzcan. Es que no me negaréis que tenemos un instrumento que es la hostia. 

Así que, heme yo de regreso a mi casa. Escuchando un podcast que resulta ser iluminador a la par que instructivo. Quizás no por su contenido, sino por el momento de mi vida que he elegido para escucharlo. Me encuentro escuchando el relato de la vida de Gloria Fuertes, luego de Gloria Steinem, Patti Smith y Janis Joplin. Es una podcast de estos que intentan hacer algo de justicia (si es que aún estamos a tiempo) con muchas mujeres que han sido tan importantes para la historia (puede que sin querer serlo) y que muchos recordamos quizás solamente como aquella drogadicta o aquella escritora para niños. No es mi intención recalcar estos últimos chismorreos, sino incidir en el hecho de que muchas de ellas hicieron todo lo que pudieron para vivir según sus propias convicciones. Y muchas veces, no fue tarea fácil. Siento profunda admiración, y a la vez, una losa. Me explico.

Sería una estupidez referirme a mi situación personal como reflejo de la complejidad del mundo. Sin embargo, me doy cuenta de que me siento identificada con muchas personas (y no solo digo mujeres, aunque desgraciadamente suelen ser las más afectadas) que, en algún momento de sus vidas, se sienten atrapadas en ese: 

nosaberquéestoyhaciendoconmividaquévoyaserdóndevoyavivirtendrétrabajocomidaamorhijosseréfeliz. 

Resulta que me veo empujada por una fuerza que no sé de dónde ha salido. Algo que me dice lo que tengo que hacer, lo que tengo que ser y, lo peor de todo, cómo tengo que vivir y pensar mi vida. Esto es algo, que, si bien le puede pasar a cualquiera, ocurre sobre todo en esos momentos vitales en los que parece que se va a acabar tu vida si en vez de A eliges B. Véase, la "crisis del cuarto de vida". Sé que estoy mezclando muchos temas. El feminismo, la crisis de la juventud, el futuro, mi corte de pelo. Pero por alguna razón, mi mente ha hecho una extraña asociación de ideas, y ha decidido que podía formar una tesis a partir de ellas. La cosa es que escuchando sobre la vida de algunas mujeres, que a día de hoy, se consideran relevantes para la historia (y digo esto con cierto escepticismo, pues no sabría clasificar a las mujeres en "relevantes y no relevantes para la historia"), me daba cuenta del hecho de que muchas de ellas tuvieron que "escapar" de lo establecido para poder llegar a ser quien ellas querían ser (no digo que lo llegaran a conseguir o que el camino fuera el correcto). Pero, ¿quién dicta qué es lo correcto y lo que no? ¿Quién determina las leyes de lo establecido? ¿No sentís una cuerda que tira de vosotros hacia delante y no podéis cortarla y a veces ni la veis, pero sabéis que está y os hace llorar por las noches? Es que vaya una putada el mundo y la mente, la verdad.

La cosa. Que me he dado cuenta de algo que llevaba sospechando un tiempo. Además, en estos tiempos que nos ha tocado vivir (y no quiero malgastar una sola de mis palabras en describiros la situación de mierda en la que nos encontramos), parece como si la vida se sintiera mucho más fuerte. Me explico. Parece como si el futuro estuviera acechando. Cada vez más acuciante. Mirándote fijamente. Interrogándote. Oye, ¿pero en qué momento vas a empezar a ganar dinero? Oye, pero dime: ¿es que acaso estás haciendo lo que te gusta de verdad? Pero, ahora de verdad, ¿tú te ves toda la vida haciendo lo mismo? Pero eh, oye, eh, ¿dónde está tu pareja estable que mira que te acercas peligrosamente a una edad? Ey, por favor, ¿pero es que en algún momento te vas a asentar en algún lugar? Pero vamos a ver, ¿es que tú crees que así vas a tener hijos algún día? Pero, ¿qué me estás contando? ¿Qué haces estudiando eso que no tiene salidas? O, o, espera, eso que no te gusta y, ¿qué pasa con tus sueños? Pero, joder, ¿cómo vas a dejarlo con alguien con el que llevas tanto tiempo si casi ibais a casaros y formar una familia? Y, joder, ¿es que quieres envejecer solita/o? Ay, mi vida, pero ¿te gusta hacer punto? ¿Y los gatos? Porque mira, mira, estoy viendo tu futuro y veo: muchos gatos. O no, no, veo: un puente, y tú debajo, eso sí, tocando la guitarra como te gusta. A ver, seriedad ¿crees que tomar esta decisión te va a alimentar el día de mañana? Pero, oye ¿qué pensarán tus padres de esto? ¿Y los demás? ¿Qué pensarán los demás? Por favor, céntrate. Pero céntrate bien. Por el camino del rigor. Por el camino de lo establecido. Mira que el caminito está ya ahí. ¿No lo ves? 

¿Os he agobiado lo suficiente?

Era mi intención.

Pero solo quería probar un punto. La realidad. No sé si a muchos se os pasan por la cabeza alguna de estas cosas. La verdad, no tengo ni idea. Pero es que creo que es algo tan importante y de lo que se habla tan poco, que me enerva. En estos momentos, ya en casa, escribo esto: 

"Me aprisiona la meta obstinada, el óxido de los pensamientos que alguien colocara en mi mente hace siglos, el calco premeditado, la línea segura, directa, alabada, ¿deseada? Todo lo demás dejó de interesarme al darme cuenta de que no hay nada en el futuro que no haya determinado mi pasado. Quisiera que las imposiciones dejaran de hacerme sangrar y seguir el camino de la libertad y el azar sin juzgar de erróneas las decisiones que de ahora en adelante tomaré. Quisiera poder respirar como lo hacía antes de revelarme idéntica a la masa pusilánime del mundo. Quisiera ser siendo yo sin ser la imposición de los años, las costumbres y las miradas. Pero escapar a la dictadura de lo establecido requiere fortaleza de carácter y pureza de alma. Sigo siendo por ser, con un objetivo ilegítimo, con un sentimiento pesaroso, con una monotonía demencial. Mi objeto ya no es ser yo o ser feliz, que es lo mismo, si no ser como ellos y ser feliz según ellos. Todo lo que se me impone como verdadero es lo verdadero. Todo lo que siento como certero es certero. Tengo que. Debo de. Hay que. Necesito que. Todo se reduce a lo mismo."

Todo se reduce a lo mismo. Y no quiero. Me doy cuenta de que no me da la gana. Yo, que siempre me consideré moderna y liberal. Ahora quiero ¿quiero? y necesito ¿necesito? tener trabajo, piso, pareja. Y me enrabia. Intento escapar de mis pensamientos y no encuentro salida. Se revuelven. Una y otra vez. A veces parece que se han ido y de repente, te los encuentras saliendo a la superficie tras ver a Carmen Maura desgarrada de dolor porque su amante la ha dejado. Tira un teléfono rojo contra un cristal. Y crees que es tu vida resquebrajándose. Pero.

¿Es tu vida? Más bien, el boceto de tu futura vida. Y a veces, ni eso. Es tu mente haciéndose la interesante. Mira, qué cositas he creado para ti, ¿te gustan? Abro los ojos (metáfora). Y me doy cuenta de que me estoy dejando llevar. Porque aunque me destruya por dentro, es tan fácil. Me dejo llevar cuando decido hacer algo que no quiero de verdad. Pero, ¿cómo sé que eso es lo que no quiero de verdad? ¿Cómo sé que eso es lo que yo quería y no lo que la sociedad quería de mí? ¿Cómo, cómo, cómo...?

Supongo que es justamente ahí donde nace aquello que dicen del "autoconocimiento". Yo no quiero ser una imposición del mundo. Y en este punto, y será mi última reflexión, tengo que hablar de una charla que he mantenido recientemente. En ella hablábamos de cómo nosotros mismos nos imponíamos unas metas que no sabíamos si salían de nosotros mismos o del medio. Yo recordaba las películas de Almodóvar. Veía a esas súper-mujeres desgarradas de dolor por un amante. Y me sentía ellas. Y no sabía si era bueno o malo. Desde luego, no creo que Almodóvar quisiera realizar en ningún momento un alegato feminista, pero me resulta tan horroroso el mensaje que me transmite, que me sobresalto. Me flipan sus películas, pero cabe la posibilidad que la vida me la haya jugado haciéndome creer que tengo que romper copas, tomar somníferos o vagar por las calles si mi amante me deja. Cualquier otro ejemplo, de cualquier otra muestra artística, o de cualquier vida ajena, me sirve para demostrar lo que quiero decir. Y es que, somos tan débiles. Sobre todo en una sociedad envenenadamente fuerte. Es algo terrible, supongo. Pero también culpa mía. Por creer al arte y a la vida ajena como reflejo de la propia.

No quiero llegar a ninguna conclusión. Solo quiero plantear ideas y ya que cada uno saque las suyas propias. De mi realidad, tengo que decir, que detesto aquello que llaman como el "autocuidado"pero que no es porque no lo vea necesario (o esencial), sino simplemente, porque quizás no me resulte lo suficientemente interesante en este punto de mi vida. Creo que el tiempo me formará. Lo único que puedo intentar (y digo intentar) es no auto boicotearme. Y comprender que cada uno tiene su vida, sus tiempos, su felicidad, y sus ruinas. Y bueno, yo qué sé, si no me creo las películas de Tarantino pero las veo y disfruto con avidez, quizás no debería creerme lo que se supone que dice la sociedad sobre mi futuro y mi vida, que para algo es mío. Digo. Yo qué sé. Las personas somos tan maleables y débiles que es un milagro que sigamos aquí, de verdad os lo digo. 

No sé quien ha dictado estas normas que me resultan tan incomprensibles y en las que, sin embargo, caigo una y otra vez. Y no estoy segura de estar viviendo bien mi vida. Pero, ¿quién está seguro?