20 de febrero de 2015

Querido yo:

Veamos películas de Godard, y finjamos ser alguien que no somos.
No es que queramos adelantar o atrasar el reloj. Es que la vida es corta. O eso me dice todo el mundo. 
Caminemos descalzos por la calle, porque no sé, siempre he querido hacerlo, no se me ocurren razones.
Vayamos a un karaoke, hoy o mañana, pero si no vas a querer cantar desafinando, no vengas, que si no no me puedo reír de ti, contigo, eso.
Hagámonos pasar por famosos, tú la gabardina y las gafas de sol, y yo el vestido ese de Zara que parece de Elie Saab y los tacones de la suela roja.
Cojamos la cámara y fotografiemos a esos niños jugando en el parque de enfrente. Las fotos ya no se revelan, pero quedarían muy bien colgadas de la pared ¿no crees?
Recemos, no sé, nunca lo he hecho, será divertido; bueno, enriquecedor quería decir. Lo de confesarme no, eso ya sería demasiado. Estarás de acuerdo, espero.
Coge el coche. Vamos a París. Bueno, donde quieras, esta vez no te obligo. Pero no reserves hotel, que si no, vaya mierda de aventura.
Riámonos de la gente esa que se parece a sus perros. Ser educados es muy difícil en esos momentos, siempre me acabo poniendo roja, y es peor.
Juguemos otra vez al parchís, como cuando éramos pequeños. El ajedrez es para pensar, y no me apetece, qué quieres que te diga.
Robemos algo. No sé, ¿unas bragas de los chinos? Bueno, en los chinos mejor no.
Durmamos un día entero, 24 horas. Y luego no pensemos en que hemos perdido el tiempo, por favor.
Comamos con las manos. Sé que es raro, pero dime que nunca has querido hacerlo. Eso, y estirarme en la mesa son mis dos ambiciones más preciadas.
Bailemos ahí, bajo la lluvia. Lo sé, qué típico. Si no quieres, ya voy yo, y si me divierto te aguantas. Puede que me ponga mala, pero bueno, Gene Kelly estaría orgulloso.
Hablando de bailar, esas clase de claqué que siempre quisimos tomar, creo que ya va siendo hora.
Vayamos otra vez a aprender francés. A este paso el Je m'appelle se me va a olvidar, y el Je t'aime va a quedar obsoleto.
Bañémonos desnudos. En serio, a estas alturas ya la vergüenza ni tiene significado en mi diccionario.
Brindemos con champán. Sé que no me gusta pero siempre estará el champín.
Cierra la puerta, y escuchemos jazz. Hace mucho tiempo que no lo escucho, y solía encantarme.
Vayamos a pasear al parque. Y juguemos en los columpios. Lo echo de menos.
Y luego vayamos a la bolera. Ni un pleno ni un bolo si me apuras. Pero las risas son las risas.
Démonos un baño. Con lo de ahorrar agua, creo que ese concepto ya ni existía para mí.
Cerremos los ojos, y soñemos despiertos. Solo un poco. Vivir la vida será más fácil luego. O eso creo.
Tirémonos en paracaídas. ¿No tienes curiosidad? Odio las montañas rusas y las emociones fuertes, pero, qué mas da. Puestos a hacer algo, volar no tiene mala pinta.
Hablando de pinta, siempre he querido pintar sobre un óleo. Los grandes lo hacían, creo que podría salir un Miró de ahí.
Vivamos rápido y despacio a la vez. ¿Crees que es posible?







4 de febrero de 2015

Basado en hechos reales

La ficción no es ficción, sino una copia de una copia de una copia... no, en serio. He oído a gente decir que no le gusta ir al cine o leer libros porque no es algo real. Mi cara nunca tiene desperdicio en ese instante. Muchas veces olvidamos que somos nosotros mismos los creadores de todo eso. Que esas cosicas a las que llamamos arte, no se nos han puesto ahí por la Divina Providencia. Que si el ser humano se llama humano, es por eso, y un par de descubrimientos científicos. Que las historias que queremos reflejar en canciones, discos, o servilletas de papel, se basan en nuestras vidas. Que si un extraterrestre viaja a nuestro planeta, llora, o mata. Que si a un padre y a un hijo les llevan a un campo de concentración, el padre hace lo que sea para que su hijo no sufra. Que si una chica te gusta, tú le regalas los narcisos amarillos que hagan falta. Que si ves un cometa, pides un deseo. Que si juegas a encontrarte por París con una mujer, al final lo haces. Que si en una comarca unos hombrecillos encuentran algo muy poderoso (véase, un anillo), algunos no lo dejan escapar, y otros hacen lo que sea por el bien de los demás. Por el amor de Dios, si hasta en una galaxia muy lejana, en una ciudad llena de hombrecillos azules, y hasta bajo el mar, la gente se enamora.
Que mentirte en cada escena sería de mal gusto. Que los personajes son personas, y las historias, realidades. Que eso existe, que la ficción se fundamenta en la realidad, Que puede que la purpurina, la exageración o la pomposidad, sean eso, purpurina, exageración y pomposidad. Pero que cada sensación, cada lágrima, beso o grito de ficción, van siempre precedidos de una escena de nuestra vida. Una conversación en un bar, una mirada en el vagón del metro, un baile en una discoteca, una libreta de una clase de instituto, una caja de bombones en la sala de espera de una primeriza, una madre peinando a su hija, unos amigos discutiendo, unos niños jugando en el parque, una marca de pintalabios en la mejilla, un abrazo en el aeropuerto, una caricia en el pelo. Miles de recuerdos que no han necesitado ser escritos para ocurrir. Pero que ahí están. Iguales, clavados, de una manera u otra delante de tus narices, diciéndote: "mírame, estoy en forma de bits o papel, pero soy real, soy como tú y la gente que conoces". Todo está basado en hechos reales. Ah, y por favor, no me volváis a decir que es que todo es tan bonito en las películas, ¿acaso vuestra vida no lo es?