6 de mayo de 2017

1 reason why

Algo que he aprendido estas semanas, es que no estamos preparados para enfrentarnos a la muerte. Y mucho menos si, como yo, no confías en eso del más allá. Es terrible. Duele. Cansa. Frente a frente, da mucho miedo. Te encoges, te derrumbas, te acojonas, no sabes cómo reaccionar, qué hacer, qué decir. Y es que, ¿cómo puedes reaccionar de alguna manera cuerda cuando sabes que es el final?. Porque eso es, básicamente. Es terrible. 
Pero bueno, no quiero ahondar en las desgracias porque es algo a lo que creo que nunca debiéramos de dar un morbo innecesario. 
Lo que yo quería decir es que solo cuando experimentas de cerca la muerte, empiezas a apreciar la vida. Tengo la sensación de que vivimos por inercia. Aquí estamos. Hala. Hello life, nice to meet you. Estamos por aquí dando vueltas y después de un rato, nos vamos. Está claro. Para mucha gente la vida no significa gran cosa. Para otros, la vida, dicen, es un regalo. Y lo es. Y es terrible. Es terrible que tengas que pasar por cosas no tan buenas para darte cuenta de la suerte de haber aterrizado por aquí. 
Ejemplo. Yo no suelo apreciar la suerte de estar viva. Justo a principios de este mismo año escribí: "Me sigue sorprendiendo que la gente encuentre razones para vivir cuando las hay a raudales para suicidarse." Y esta es básicamente mi forma de razonar irracionalmente cuando las cosas no van como yo quiero. Vamos, cuando la vida me hace la puñeta, o, más bien, cuando la vida sigue su curso y resulta que a mí me viene mal. 
Desde luego, cuando te dejan, suspendes, enfermas, te peleas con alguien, pierdes tu trabajo, o te quedas sin vacaciones, la vida es una mierda. Y bueno, que no sea algo más grave. Que no te roben, peguen, insulten, acosen, o derriben. Entonces sí que es una mierda. Lo pillo. Soy 100% consciente de que entonces la vida puede escocer, y no se calma diciendo que existir es un regalo. Soy consciente porque yo misma tiendo a la melancolía, a ser un poco Hannah Baker, a ser una "drama queen" cuando las cosas no me salen bien. Y resulta que no me pasa nada. Nada que no le pase a los demás. Nada que no se pueda solucionar en esta vida. ¿Entonces, qué me puede llevar a querer acabar conmigo? Está claro que mi propia mente y la sociedad se encargan de ello. Tengo ideas en mi cabeza que no quisiera tener, y, cuando me asaltan las dificultades, me derrumbo, pienso que esto solo me pasa a mí, que nadie me comprende, que ojalá no sintiera, no pensara, no molestara a nadie con mis problemas. Ideación suicida lo llaman. ¿Lo peor? Es una cosa bastante común. Dicen que los índices de suicidios han subido en los últimos años. Se encuentra entre las diez primeras causas de muerte a nivel mundial, y entre los 15 y los 24 años es en torno a la segunda o tercera causa de muerte. Una época muy mala, se justifican. 
Ahora estaréis pensando que he visto demasiado cierta serie que invade las redes sociales en los últimos meses. Pues sí. La he visto. Y ejerciendo de pacificadora, a pesar de ciertos guiones rarunos, me gusta. Lo que plantea es real. Quizá exagerado por el formato serial. Pero real. Y pone los pelos de punta. Ahora, lo que da lástima, o, más bien, rabia, es que tenga que venir Selena Gómez a hablar de algo que es tan esencial. A hablar de la muerte. Del por qué del suicidio. ¿A qué os recorre un escalofrío al leerlo? ¿Y si lo decís en voz alta? Terrible. 
Es terrible que alguien pueda llegar a pensar que morir es la única solución a sus problemas. Pero, vamos a ver, ¿qué podemos esperar de una sociedad que habla de este tema como un tema tabú, casi más que el sexo y las drogas, que piensa que los únicos que se suicidan son los niñatos y los artistas? ¿Qué se puede esperar de una sociedad que enseña a competir para ganar o perder en vez del trabajo en equipo y la solidaridad, que nos divide en simples buenos o malos, en vez de aceptar los matices de nuestra propia naturaleza, que perdona los pecados pero no los derechos humanos? ¿Qué se puede esperar de una sociedad que clasifica a las personas por su apariencia física, que adora el éxito y el dinero, que gira la cabeza a los débiles, que escupe a los distintos, que no da apoyo pero tampoco enseña a apoyarse a uno mismo, y que, al fin y al cabo, ningunea la vida? Pues eso, más bien poco. Se obtiene lo que se cultiva. Y nosotros no cultivamos nada. Por eso buscamos la nada. Porque no nos engañemos. Morir es el final. Y tener fe no puede cambiar eso. Es el final de tu familia, de tus amigos, de tu pareja, de tu trabajo, de tus viajes, de tus aficiones, de tus sueños. Y si alguien decide renunciar a eso por propia voluntad, es que algo estamos haciendo mal.
Enseñemos a querer, a ser empáticos, a ayudar a los demás, a ver a los demás; pero también a tener confianza en uno mismo, crear autoestima, valerse por sí mismo, ganar inteligencia emocional. De poco me puede servir aprender cómo funcionan las conexiones que se producen dentro de mi cerebro, si no sé primero cómo controlarlas. 
Entonces resulta que 13 razones llevan a una persona a acabar con su vida. Algunas graves, como el acoso o la difamación; otras leves, como el enfado con un amigo. Si es que alguna se puede considerar leve. Dice James Rhodes, pianista que intentó quitarse la vida en hasta cinco ocasiones, que para explicar el por qué de ello, necesita contar las cosas tal y como le pasan por su cabeza, a pesar de que parezcan locuras. Le han pasado cosas terribles y es la solución que le pareció más lógica. Por suerte sigue vivo, y dice, que la música le salvó la vida. 
Yo también os cuento las cosas tal y como se me pasan por la cabeza. Y pienso que necesitamos crear salvavidas. La música. Un amigo. Un colegio. Un padre. Es necesario que las personas nos sintamos arropadas. Necesitamos un refugio para huir de la inevitable frustración de la vida. Y ojo, refugio no significa salida, o cueva. Significa ayuda. Ayuda desde que nacemos. Ayuda para sobrellevar la vida y para comprender la muerte. 
La ideación ha rondado mi mente en mis años más débiles, y la sociedad me dice que eso es porque soy una niñata y una pseudoartista. Y yo me lo he creído. Suerte que tengo mi salvavidas a mano. Escribir es mi refugio. Me ayuda a entenderme y a entender. Pero eso no basta. También tengo mis apoyos en forma de seres humanos. ¿Entonces? ¿Qué coño has venido a decir aquí? ¿Qué eres la hostia por haber superado tu traumita? ¿Qué hagamos los demás lo mismo? ¿Qué empecemos a dar sermones a diestro y siniestro?
Está claro que no. Como siempre, no hay más responsable de vuestros actos que vosotros mismos. Ya sois mayorcitos. Sociedad 1- Individuo 0. Pero si me pedís mi opinión, la muerte no mola nada. Hoy lo veo claro. Me gusta ver y escuchar, y oler y sentir, y probar. Y echo de menos más que nunca a gente que ya no está a mi lado. Y eso sí que es algo irreversible. Sin embargo, la vida está llena de posibilidades. Así que si hay 13 razones para una cosa, yo digo que solo hay una razón para la contraria; y esa razón, es la más poderosa del mundo.

Como decía mi abuela: la vida es un regalo.
No la caguéis.