16 de diciembre de 2019

Joder, no sé


Sería sencillo que una cosa fuera siempre una cosa. Yo imagino que me seguís. Una cosa es una cosa. Un plato es un plato. Una verdad es la verdad.  Me levantaba hoy soñando que un cantante me hacía el amor vestido como Harry Styles en su última aparición pública. ¿Qué mierda tendremos en la cabeza? ¿Qué me quiero decir a mí misma con eso? Me desperté muy feliz, eso sí. Después de dos semanas de café y melatonina, pesadillas de todos los colores, y despertazos a las 5, 6 y 7 de la mañana; he conseguido dormir con relativa fluidez. Y resulta que mi mente es una hija de puta, pero a veces me quiere. Me da el gusto del sueño que me quita en la vida real. Y yo se lo agradezco y apago el despertador para ver si llego al orgasmo. No nos importan tus sueños. Lo entiendo. Un plato es un plato. La verdad es que odio madrugar al mismo nivel que a la gente falsa. Y eso es un poco bastante mucho que te cagas. Así que cuando el despertador suena a las 8 quiero hacerme el harakiri. Si además le sumas el insomnio, es como vivir jugando a la ruleta rusa. Hoy me mato, hoy no, hoy me mato, hoy no.

Ay, vamos a hablar ahora de la ansiedad, y de la soledad de los jóvenes en la era de la globalización. Qué ganas. Os prometo que todo esto llega a tener algo de sentido en algún momento, pero tenéis que aguantar leyendo.

Pues mira, “Carolina Durante” ha pegado el bombazo este año. Entre otras cosas por el pedazo de disco que han sacado, que es un disco generacional que te cagas, y mola la vida, y por dios ¿no sabéis quiénes son? Googlead: “Cayetano”. So. ¿Por qué estos chavales han tenido tanto éxito, si, con perdón, son 4 pringados (yo también lo soy, don´t worry) que se han juntado y han dicho vamos a aporrear instrumentos de una manera brillante y a cantar en mayúsculas, que eso es moderno? Pues porque, aparte de la calidad musical, en la cual no me meto porque hace años que acabé el Conservatorio y a veces se me olvida la armadura de Sol Mayor; tienen unas letras que nos recuerdan a algo. Qué será. Que un plato es un plato. Y una cosa es una cosa. Es decir, que saliste de fiesta y te encontraste con ella, y joder la vida qué dura saliendo de fiesta, follando y escuchando música. Y la resaca y la crisis existencial de los veinte. Lorezepam y vitaminas. No tan jóvenes. Ansiolíticos y lubricante (esta es de “Rusos blancos”). Siento si no me seguís, me he vuelto una moderna y hablo medio en clave de indie-mierdas. Resumen: su maravilloso disco habla de la crisis existencial de los jóvenes sin problemas. Y eso no sé por qué, nos encanta. Ay, no sé si lo venís adivinando, pero voy a hablar de Amaia. Ok, tía. Amaia y su nuevo disco es tan sencillo como complejo. A parte la voz maravillosa y la música cuidadísima; unas letras directas, que podría haber escrito en su diario, y que resulta que eres tú cuando te enamoraste o cuando viviste eso aquel verano. Y un poco de crisis existencial veinteañera. Pero no pasa nada. Cierro esta crítica musical.

Resulta que la soledad es atronadora. Voy a llamarla así. ¿Qué te pasa? Si no tengo ningún problema. Justo por eso. La soledad es atronadora. Ruido blanco, chispas, la mente sonando.  Es tormenta en silencio. Es equivocarte y que nadie te corrija. Apabulla sin gritar, y te borra el pensamiento.

La soledad puede estar en la sala vacía, o en muchos lugares llenos. Cuando la gente rodea la soledad, ésta se crece. Y es más soledad que nunca. Avanza a sus anchas, se trae sus maletas, se arrincona y echa raíces. Profundiza por caminos que nadie sabía que existían e invade hasta los matices.  Es atronadora, e irrespetuosa. No te deja escuchar sin hablar ella antes. También es muy presumida, algo histriónica. Te cuenta continuamente que ella existe, que la mires. Se viste muy llamativa, se maquilla perfectamente y te convence con su conversación aduladora. Tiene muchos años de experiencia y su especialidad es captar seguidores. Es atronadora. Y un poco pesada. Te persigue a todos lados. Tú quieres odiarla, pero te convence para que odies a los de alrededor. Porque se crece con las masas. Tú la observas, de reojo. No quieres hacerle demasiado caso. Pero los oídos te pitan. Giras la cabeza y allí te ha vuelto a seguir.

Es avasalladora, rompe, te rompe, se amolda y te amolda, desata, ordena, impone, establece leyes, sentencia.  Tú quieres hacerle un hueco, porque te convence de que nadie se fija en ella. Y empiezas a dedicarle un rato de vez en cuando. Te cae bien, no entiendes por qué tenía esa fama. Los ratos se convierten en días. Notas que te absorbe. Empiezas a pasar con ella casi todo el tiempo. Es maja. Empiezas a quererla, ya forma parte de tu rutina. La sala vacía, ella y tú. Apenas puedes pensar en nada más. Echas de menos la libertad pre-soledad. Pero ella te ha pedido que por favor no la abandones, que no tiene a dónde ir, que de verdad te quiere. Y no te deja salir, ni llamar, ni hablar. Pero la tienes a ella. Tan atronadora, convincente y peripuesta como siempre. Sabes que esta relación tóxica no va a acabar bien pero, ¿cómo vas a dejarla?

No sé, igual a vosotros no os pasa. Pero siento un poco de esto cuando escucho a los chavales de Carolina. Como que me quieren gritar que ellos también lo sienten, pero que luego se van de fiesta y se les pasa. Bueno, yo esto lo dejo por aquí, como si nada. Como veis, no saco conclusiones. Eso es cosa vuestra.

Puede que en realidad no estéis solos. Pero la cabeza, vuelvo a decir, es muy hija de puta. Se inventa muchas cositas. La mayoría malas, no os voy a engañar. Saca unas conclusiones, que dices: ¿pero hija de puta, qué cojones dices? Y luego, empiezas a mirarla, así como con lascivia. Oye, ¿sabes? Igual tienes razón, ¿eh? Dios mío. ¿Y si tienes razón? Dios mío, un plato es un plato. Lo sabía. Dios mío, una cosa es una cosa. Dios mío, ¡una verdad es la verdad! ¿Te encuentras bien? ¿Yo? Sí, claro. ¿Salimos esta noche? Bucle terrible de inseguridad. Y resaca asegurada.

Pero, ¿la verdad era la verdad? Hija de puta. Te lo inventaste, ¿a qué sí? Como no tengo problemas, crees que puedes jugármela inventando cositas. Pero, ¿y si tenías razón? Joder, no sé. Ay, qué cuca, la mente.

De verdad, no tengo ni idea qué estoy escribiendo. Espero que hayáis sacado conclusiones porque yo, desde luego, me he perdido desde que hablé de Harry Styles. Por cierto, ¿habéis visto la nueva peli de Noah Baumbach? Dicen que está muy bien. Aunque os aviso, no ayuda mucho en todo esto. Es decir, las crisis se tienen también de mayores, no os vayáis a creer que esto es porque estáis en los veinte. Así que, bueno, eso, ahí os lo dejo. Y prestadme un poco de ansiolíticos y música para sobrevivir otra década.