Siempre, a cada hora, soñaremos con
un futuro incierto, de camillas de hospital, o bares de mala muerte, o clases
de instituto, o juzgados, o edificios gubernamentales, o luces y cámaras, o
partituras, o un ordenador sustituyendo a una máquina de escribir. Y aún ni siquiera sabemos si viviremos para
contarlo. Cada día que pierdes, la vida ha avanzado a un ritmo de 2x, y tu
cabeza ya soñaba desde el 96 a 16x. Luchar, cantar y dormir es el resumen del
hueco que queda entre el ser y el querer ser. Saber a ciencia cierta que tus
libros y tus sueños sirven para algo es algo que no sabes hasta que ves a la
parca.
No puedo vivir sin ti. No hay
manera.
Persona, cosa, idea o hierba, todo se reduce a creer que la vida se
reduce a eso. Y no os encontraréis nunca satisfechos, porque la satisfacción es
algo que solo puede alcanzar el que no quiere ser nada, y es por inercia. Vivir
aparenta ser más fácil cuando ser a cualquier costa se encuentra por delante en
tu lista de prioridades.
Y ahora piensas. Tu persona de
referencia, la persona de tu vida sin saberlo, la que hace todo aquello que
envidias, la persona por la que luchas, a la que sonríes, la persona que baila
siempre en todas las fiestas, la que siempre cuenta esos chistes malos, la que
te da buenos consejos, la que te los da malos, la que parece ser tu mejor amiga,
la que trabaja en recepción, el conductor del autobús que coges todos los días,
el autor de tu libro favorito, tu médico, el gordito de tu clase de primaria,
el que te caía mal, las gemelas a las que siempre confundías, los novios que
eran tan pegajosos, la profesora de la que no parabas de quejarte, el profesor
al que adorabas por encima de tus posibilidades, cada una de las señoras que
refunfuñaban en el autobús, el buenorro de los martes, la bailarina del ballet
ruso que viste una vez, el cantante borracho y loco al que adorabas, tus
compañeros del cole, del instituto, los de la universidad, tu novio, tu novia,
tus amigos de paso, tus amigos de siempre, tus padres. ¿Solo eran, querían ser,
o querían ser a cualquier costa? ¿De verdad las personas se dividen en tres
categorías inútiles?
Somos simples. Son simples.
Primero, quieres ser, luego ser a cualquier costa, y finalmente, eres; justo
cuando te estabas empezando a dar cuenta de que nada ha merecido la pena. Te
das cuenta de que todos han estado, están y estarán tan jodidamente perdidos como tú, solo
que algunos lo esconden mejor que otros.