21 de febrero de 2020

Persona

Resulta que no quiero ser yo. O sea, está guay serlo a veces. Hay momentos salvables, bonitos, cojonudos, lo más grande. Pero, en general, es un asco ser yo. Es jodido ser tú mismo. De verdad.
Generalmente esto lo pienso 1000 veces al día. Las mismas en las que pienso qué pensarán de mí, qué me querrán decir con eso, ¿querrán la hora o follar?, ¿querrán ser amables o condescendientes?, ¿se estarán riendo de mí con una argumentación contundente o solo serán gilipollas? Cositas.

Es una mierda pensar. Pensar mucho. En plan mucho que te dicen: joder no pienses tanto las cosas. Y tú dices JAJAJA como broma es the best pero es que no me conoces ni un poquito, por favor... Pensar antes de hacer, pensar antes de hablar, pensar cuántas preguntas tengo que acertar, fallar y dejar en blanco para aprobar (la vida o un examen), pensar si no me han saludado porque les caigo mal o tienen miopía magna o simplemente son despistados o gente idiota porque de eso hay en todos lados. Pensar si por el camino de la derecha llegaré antes a clase o quizá por el de la izquierda porque el semáforo dura más pero hay menos coches. Pensar qué pensó de mí, si yo pensé bien, si hice las cosas correctamente o probablemente me equivoqué. Pensar la razón de todo, sacar conclusiones erróneas pero tan preciosas que dices joder qué verdad más cristalina acabo de pensar después de cinco horas de ideas rumiantes de autodestrucción. Guay. Nada, eso.

Hasta aquí, habrá un sector de la población (hola, gente) que diga: esta tía está como una cabra. Hola, extrovertidos, amantes de la vida, terapeutas sin título. ¿Qué tal? Me dais bastante envidia.
Por otro lado, habrá alguien que quizá crea estar representado (o sea, igual no, no me juzguéis con mano de hierro). Hola, amigos, reyes de la introversión, el pensamiento circular y el drama. Me ponéis mucho pero siento pena por vosotros. Es una puta mierda ser como yo.

Ejemplo. Alguien me dijo algo. Lo removí unas 1000 veces en mi cabeza. A la 1001 volví a empezar. ¿Qué hubieran pensado los demás? No creerían lo que piensan. A la una ya sabrían. Luego, quizás vendría el golpe, pero a ellos ya no les dolería. Quizá a los demás.
Y por otro lado, están mis 2000 pensamientos seguidos, sin pausa ni concierto. Se me amontonan en la cabeza. Y decido, tras grandes cavilaciones, vueltas, idas, venidas, salidas, cagadas, dolores, pensamientos pseudosuicidas, imaginaciones de mi futuro final cayéndome por las escaleras delante de todo el mundo; entrar en la clase cinco minutos después de que empiece.
Exagerada. Por dios, chiquilla. Ya. Bueno. Es una putada cuando te importa más lo que podría pasar y lo que quizá esté pasando, que lo que pasa.

Todo venía a raíz de que acabo de escribir algo así como que me va como una puta mierda siendo como soy pero que no puedo ser de otra manera. He estado cerca de poner esto en mi currículo. Es una descripción bastante acertada de mi vida. Os digo, he aburrido a mucha gente. Oye, amiga, ¿crees que se ha enfadado conmigo? Oye, mamá, ¿crees que aprobaré? Oye, amigo, ¿crees que alguna vez me quiso? Oye, psicólogo, ¿crees que alguna vez podré cambiar? Shut the fuck up.

Siempre hay cosillas en la vida. Cosillas malas, digo. Que oye, las cosas no salen como querías o la gente es medio gilipollas, o mala, a secas. Qué le vamos a hacer. Habrá que adaptarse. Cada uno con sus mecanismos, mejores o peores. ¿Sabéis eso que dicen de que no somos lo que nos pasa sino cómo afrontamos lo que nos pasa? Pues un poco así. ¿Tiene sentido?

Bueno, otra vez no sé lo que estoy diciendo. O sea, no sé si estaréis flipando más con mi falta de recursos lingüísticos suplida por medio de vocablos malsonantes, o con mi terrible perorata sobre la introversión y sus consecuencias. Porque de eso iba un poco el rollo. Quizá ahora vais entendiendo. No os preocupéis, a mí me cuesta bastante seguirme el rollo también. Con el tiempo te acostumbras.
EN FIN. La cosa. Que resulta que no quiero ser yo. Estás jodida. Lo sé. Pero vamos a ver, ¿quién quiere ser esa persona que para un minuto de felicidad tiene que pasar por horas de ansiedad? ¿Quién quiere ser esa persona que para poder llegar a decir hola a la persona que le mola tiene que hacer un ejercicio de tremenda superación y autoconfianza? ¿Quién quiere ser alguien que entra en una clase con pánico a saludar a gente poco conocida mientras ve como el idiota que solo va los días impares coleguea hasta con el profesor? ¿Quién quiere ser esa persona que piensa cada palabra que va a decir antes de decirla y cuando no lo hace, se fustiga por las posibles equivocaciones que podría haber evitado? Yo, desde luego, no.

Ahora bien. Pros. Cositas buenas. "He apuntado diez razones por las que yo valgo. Parecen muchas pero luchan contra cien de lo contrario." (No, esto es solo una mierda de indie-pop.) Ahora, en serio. Empezaba diciendo que hay momentos salvables. Así como lo máximo. Los hay.
Pasa algo, que cuanto más te fustigas, más vives lo que te sale bien, más sientes la belleza. Quiero decir. Esto no es un rollo sado. Solo digo que a veces escucho una canción y empiezo a pensar en 1001 cosas y me pongo a llorar, y lo paso mal que te cagas. Pero luego salgo del círculo depresivo y me siento como si fuera Ana de Armas (referencia: en su mejor momento y guapa a rabiar). Qué cosas. También me pasa que veo una comedia romántica y me dices tía eso sí que no, pero qué pasa a mí me gusta, y oye, hora y media en la que pensando o sin pensar he sido algo así como feliz. También, esto, lo de sentir mucho, me sirve bastante para escribir. Quiero decir, no os sintáis discriminados si sois extrovertidos y os gusta el arte. Lo capto 100%. Pero es que a mí el subidón que me da al recitaros poemas pues como que no me lo da hablar mucho con mucha gente a diario. Es difícil explicaros todo esto. Solo digo que mi sentir no es mejor que el de nadie, pero a mí me mola más.
Pero claro, estos son mis pros. Contadme los vuestros, si queréis.

De verdad, esta entrada no tiene ningún valor. Ni literario ni social. Solo tenía cosas que soltar. Ayer me acordé de lo que hablé con alguien extrovertido en un café aquella vez. Se quedó impresionado cuando dije que pensaba las cosas 1001 veces. Y la verdad, me daba mucha envidia cómo era. Hablar mucho y muy bien, salirte con la tuya sin causar dolor, decir las cosas sin censura sin apenas insultar. Joder, quiero ser como tú.
Muchas veces quiero ser como tú.
Pero nos explican en algún punto de la carrera que hay ciertos aspectos de nuestra personalidad que no podemos cambiar. Mientras eso sea así, estoy jodida. Intentaré adaptarme pero no puedo ser como tú.
Resulta, que, algunas veces, sí quiero ser yo.

(Solo para acabar, tengo que decir que todo este rollo está inspirado en un poema que no voy a escribir entero porque no quiero aburrir y además, si quiero publicar cosillas tienen que ser inéditas y no me dejan ponerlo por aquí así que en el futuro pagaréis por él...en fin. Buenas noches y buena suerte:

Ojalá ser como eres,
ojalá sentir igual,
ojalá decir amor
y querer decir amor.

Pero esa, no soy yo.)




No hay comentarios:

Publicar un comentario